Tras la triste noticia del fallecimiento de Pau Donés, desde aquí queremos rendirle homenaje recordando su libro ’50 palos… y sigo soñando’.
El pasado 9 de junio el mundo se oscureció un poco más. Se acababa de marchar para siempre Pau Donés, el famoso cantante de la banda Jarabedepalo que tantos días ha supuesto la BSO de nuestras vidas. Emprendió su camino sabiendo que lo que tenía que hacer aquí, estaba hecho.
Todavía parece increíble que ya no vaya a conseguir el beso de ‘La Flaca’, aunque… según cómo se mire, todo ‘Depende’. Por ese motivo, hoy queremos ver el lado ‘Bonito’, descubrir todo lo que nos ha enseñado. Lo que permanece para siempre.
’50 palos… y sigo soñando’
Pau decía que ’50 palos… y sigo soñando’ no era una biografía porque éstas huelen a muerto. Si verdaderamente queremos entender este libro, tenemos que tratarlo como una reflexión. Como si cogiéramos un par de cervezas, nos fuésemos a un mirador y sentados en el césped viendo el atardecer, Pau nos contara todo. Tanto bueno como malo. Tanto lo que hizo como lo que no llegó a hacer.
Desde el suicidio de su madre cuando tenía 16 años, a sus comienzos en la música. Su hermano Marc, una guitarra y ganas de cantar y componer. Pasando por los altibajos de la industria musical hasta llegar al número uno. Y, desgraciadamente, un parón provocado por una enfermedad atroz, el cáncer de colon.
Sin embargo, Pau tenía un don. Era capaz de transformar lo peor, en algo bueno. Conseguía darle la vuelta al prisma para que supiéramos que hay más caras aunque no las veamos. Por eso, este libro no es un lugar para la melancolía, la tristeza o la sinrazón.
Cargado de optimismo, como las letras de sus canciones, intenta transmitir la filosofía de vida que tenía Pau. Honestidad, sinceridad, sensibilidad y diversión son sus ingredientes principales. Gracias a este libro pudimos conocer un poco mejor al hombre de la eterna sonrisa, que cantaba que le dejaran vivir libre y a su manera.
Pau…
Pau nació en Barcelona, pero su sueño era vivir en el campo. Por eso se hizo con una masía en Montanuy, Huesca, el pueblo de su padre. Siendo el mayor de cuatro hermanos siempre fue un hombre de familia.
La semana después de cumplir 16 años, su madre se suicidó. En el libro relata como pasó de parecer mayor, a serlo de verdad. Cambió el oficio de hermano por el de madre, pues su padre trabajaba todos los días.
Antes de morir Núria, su madre, le regaló un guitarra eléctrica. En realidad, su espíritu seguía vivo gracias a la música. Fue ella quien le inculcó esa pasión poniéndole vinilos de pequeño. Así, poco a poco el mundo interior de Pau se fue desarrollando entre los acordes.
Con su hermano fundó dos bandas, pero en 1996 publicó ‘La Flaca’, el éxito que le llevaría a lo más alto. A pesar de nunca conseguir ese beso con la mujer cubana que inspiró el tema, la canción ya se convertiría en uno de los himnos de la música española.
Comenzaron los spots, los conciertos, las colaboraciones (con Celia Cruz y Pavarotti, entre otros), las composiciones (también para otros artistas como Ricky Martin)… hasta que llegó su paternidad. Sara le cambió la vida. Le hizo ser más amable, más cariñoso, más feliz, más persona.
Y llegó el cáncer, con sólo un 20% de posibilidades de superarlo. Por eso, la primera frase del libro es «a la vida no hay que ponerle huevos, hay que ponerle ganas…». Otra de las tantas lecciones que nos dio es que no hay que tenerle miedo a la muerte, pero tampoco a vivir.
Tal y como le dijo su doctor, «uno muere según cómo haya vivido su vida». Y la suya no pudo haberla vivido más intensamente. Ojalá ahora estés siendo libre, como te gustaba ser.
Gracias por tanto. Hasta siempre, Pau.
0 comentarios